El horror de la familia y la violencia de los bandidos

Como entraron.....

Según estas informaciones los bandoleros penetraron a las casas del fundo por la puerta que queda entre la cocina y el repostero. Al pasar por frente a la puerta de la cocina uno de los asaltantes la cerró con rapidez.

La cocinera Petronila Vargas y el empleado Santos Jara que se encontraban en el interior no se alarmasen por ese detalle pensando, según nos expusieron que se trataría de la intervención de algunos trabajadores; pero minutos después sintieron los primeros disparos y entonces atrancaron la puerta ya cerrada y se ocultaron en el interior de la habitación obedeciendo a un explicable instinto de conservación.

Los Bandidos frente a los moradores de la hacienda

Los bandidos que se supone eran solo tres llegaron así de improviso a la puerta del comedor en donde se encontraban de sobremesa alrededor de diez personas a saber: la señora Beatriz Portella de Grohnert, don Alejandro Labarca Prieto, la señora Isabel Labarca de Grohnert, don Raúl Grohnert, la señora Elisa Wood de Labarca y las niñitas Hortensia y Lila Grohnert Labarca, y los niñitos Félix y Eduardo Grohnert Portella.

Las personas nombradas oyeron el ruido de los pasos, pero cuando intentaron moverse de sus asientos respectivos se encontraron con que en la puerta había un desconocido de traje color café con una carabina con la que apuntaba al interior. Casi instantáneamente con la voz de ¡¡Arriba las manos!! Se escucho el primer disparo que fue se puede decir, la iniciación de la dolorosa tragedia que se produjo momentos más tarde.

Las victimas tratan de huir

La impresión de las personas antes nombradas, si bien llegó al terror, no fue obstáculo para que a pesar de las amenazas, trataran de emprender la fuga.
Uno de los bandidos al notar que varios de los moradores se escapaban disparó su carabina contra el señor don Alejandro Labarca.
La bala le penetró por el pecho traspasándolo e hiriéndolo en el pulmón.
El señor Labarca herido mortalmente, alcanzó a huir hacia el escritorio y en dirección al jardín; pero casi en la misma puerta de salida cayó pronunciando las siguientes palabras: “!Me han herido de muerte¡” .

Mientras tanto, el señor Raúl Grohnert huyó hacia el repostero para salir al camino de la hacienda. El señor Grohnert nos manifestó que al desatrancar la puerta de esa pieza que da al camino, pudo ver que su hermano Eduardo caía bruscamente al suelo a consecuencias de una mala pisada.
De los que intentaron huir, solo el señor Raúl Grohnert logró su objetivo, dirigiéndose a la casa del mayordomo, en donde , desgraciadamente, no se encontraba este, sino algunos otros trabajadores.
Allí pidió auxilio, y uno de estos trabajadores que se encontraba un tanto bebido, se dirigió a caballo hacia las casas del fundo y con voz fuerte trato de amedrentar a los bandoleros; pero al escuchar el primer disparo y, encontrándose sin armas, retrocedió, alejándose apresuradamente de las casas.

El Mercurio 12 de Febrero de 1926

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