Una Familia que recien comenzaba a vivir........


Aquí en esta alejada serranía de semiárido paisaje y larga travesía para llegar desde Santiago vivía la familia Labarca Wood, compuesta por el matrimonio entre don Luis Labarca Prieto de tan solo 33 años y doña Elisa Wood Silva, algo menor, hija de una connotada familia militar, héroes de la Guerra del Pacífico, y de la Expedición Libertadora del Perú, (El connotado pintor Irlandes Mr. Charles C. Wood Taylor), su bisabuelo, (autor del Escudo Nacional) y su abuelo (el Coronel don Carlos Wood Ramirez de Arellano, Gobernador de Pta Arenas y veterano de la Guerra del Pacifico), y por último su padre (teniente Coronel don Carlos Wood Díaz, Gobernador de Rengo y Director de los arsenales del Ejército).

De este matrimonio entre don Luis y doña Elisa había nacido su hijo Patricio Labarca Wood de 1 año y algunos meses de edad al momento del asalto, y por último, aún en el vientre materno de doña Elisa, mi padre quien esperaba nacer para llevar el nombre de Alberto Labarca Wood. Este último tomó el nombre en honor a su tio abuelo y terrateniente de Colina don Alberto Labarca Walton, más conocido en la familia como el "Tata Nino". La calle Alberto Labarca de Colina lo recuerda como benefactor del pueblo en esos años.

El matrimonio Labarca Wood tenía tan solo 3 años de casados y vivían tanto en la hacienda como en Santiago. Normalmente los veranos se trasladaban por toda la temporada a la Hacienda y recibían a sus amistades y "pasantes" quienes se quedaban a disfrutar de la hospitalidad de este joven matrimonio. Entre ellos el destino quiso que la familia Grohnert Portella, y sus hijos preadolecentes, estuvieran presente ese trágico miércoles de verano, en que compartían felices de la conversación y el bajativo de sobre-mesa, siendo sorprendidos por 3 sujetos encapuchados, que no dejaron pié para una uída providencial al menos.

De igual manera y con la valentía y el arrojo del que defiende lo suyo mi abuelo Luis Labarca y su hermano Alejandro se enfrascaron en una gresca que quizá por diferencia numérica y ausencia de armas no pudieron repeler con éxito, pero que permitió al menos la huída de las mujeres y los niños, entre ellas mi abuela Elisa, embarazada de mi padre y su pequeño hijo Patricio, como tambien otros invitados y parientes.

Si bien ya he hecho un resumen de lo acontecido, no tengo ni quiero esgrimir palabras propias para relatar en profundidad los hechos, por lo que comenzaré entonces a exhibir los artículos de prensa y algunas poco inteligibles fotografías del suceso, que les permitirá a los lectores, recabar esta muy trágica historia de la Hacienda Chicureo, y sus antiguos propietarios, la Familia Labarca.

Chincolante